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La amenaza rusa empuja a Suecia y a Finlandia hacia nuevas alianzas militares

La primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, y la sueca, Magdalena Andersson, el pasado sábado en Helsinki.

Òscar Gelis Pons

Copenhague —

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Las presiones de Rusia para que la lista de países miembros de la OTAN no se amplíe están teniendo consecuencias más allá de la invasión militar en Ucrania. Los países nórdicos temen por el deterioro de la seguridad en el mar Báltico, especialmente Suecia y Finlandia, que no pertenecen a la alianza militar. En los últimos meses, Moscú ha amenazado concretamente a estos dos países, que desde la invasión de Crimea en 2014 han visto cómo la retórica desafiante y las maniobras militares rusas en su territorio han sido más frecuentes y agresivas.

El último de los episodios fue hace dos semanas y coincidió con el inicio de la invasión en Ucrania. La representante de la diplomacia rusa, Maria Zakharova, afirmó en rueda de prensa que “el ingreso de Finlandia y Suecia en la OTAN tendría graves consecuencias político-militares, que requerirían una respuesta de nuestro país”. Estas declaraciones precedieron a otro incidente protagonizado por cuatro aviones cazabombarderos rusos el pasado 2 de marzo, cuando sobrevolaron la isla sueca de Gotland, una posición estratégica en el mar Báltico donde Suecia ha desplegado tropas desde principios de año. La violación del espacio aéreo por parte de Rusia se produjo en el mismo momento en que los ministros de Defensa de Suecia y Finlandia visitaban la isla, una maniobra intimidatoria que, según Calle Håkansson, investigador del Instituto Sueco de Asuntos Internacionales, “tendría el claro objetivo de demostrar que Moscú está presente con poder militar en la región”. 

Hasta hoy Suecia y Finlandia se han mostrado reticentes a hacer declaraciones acerca de su posible petición de adhesión a la OTAN, pero, según los analistas, nunca han estado tan cerca de dar este paso. En pocas semanas, la invasión rusa de Ucrania y la firmeza de las advertencias de Moscú han sacudido el tradicional estatus de no alineamiento de Suecia y Finlandia. Ahora acaban de pedir formalmente al Consejo Europeo entrar en programas de Defensa en los que antes no participaban.

La vecina Dinamarca sí pertenece, en cambio, a la OTAN. No forma parte de la política de Defensa de la Unión Europea, pero ya ha anunciado que celebrará un referéndum el 1 de junio para preguntar a la población si quiere participar también en programas militares, aportando fondos o participando en ejercicios conjuntos, con el resto de socios europeos.

Más cooperación bilateral

Durante el pasado fin de semana, la actividad diplomática fue frenética en las dos capitales nórdicas y los rumores de que se estaba gestando un acuerdo de adhesión a la Alianza Atlántica fueron en aumento. El pasado 4 de marzo el presidente finlandés, Sauli Niinistö, voló a Washington para encontrarse con el presidente estadounidense, Joe Biden. De la reunión en la Casa Blanca transcendió el acuerdo para iniciar “un proceso claro” para fortalecer la cooperación en seguridad y defensa, según palabras de Niinistö. Cuando los periodistas preguntaron si esto significaba que Finlandia se había inclinado hacia la petición de ingreso en la OTAN, el mandatario finlandés contestó que su país “pasaría a tener una cooperación bilateral mucho más estrecha con Estados Unidos”, negando que se tratase de una negociación para el ingreso en la organización. 

Al día siguiente, la primera ministra de Suecia, Magdalena Andersson, y su ministro de Defensa, Peter Hultqvist, se encontraron en Helsinki junto con el presidente Niinistö, la primera ministra finlandesa, Sanna Marin, y su ministro de Defensa, Antti Kaikkonen. De la reunión trascendió la voluntad de aumentar la cooperación militar tras el ataque de Rusia a Ucrania. Según el analista Calle Häkansson, este encuentro se enmarca dentro de la buena coordinación militar entre los países nórdicos.

“En los últimos diez años Suecia y Finlandia se han convertido en los mejores socios en defensa debido a la amenaza rusa”, dice Häkansson. “Al mismo tiempo, esta estrategia los ha llevado a acercarse lo máximo posible a la OTAN sin ser miembros”. 

Según Timo Miettinen, investigador del Centro de Estudios Europeos en la Universidad de Helsinki, “en los siguientes dos o tres meses veremos si los acuerdos bilaterales terminan con el ingreso en la Alianza, pero diría que es difícil ver un escenario en el que este proceso no termine con una membresía completa”.  

Los expertos también coinciden en que, en caso de ingreso en la OTAN, se produciría con Suecia y Finlandia a la vez, una decisión que cambiaría la situación militar en la región del mar Báltico en detrimento de Rusia. “Suecia y Finlandia tienen un acuerdo para hacer este paso juntos”, según asegura William Alberque, director de estrategia, tecnología y control de armamento del International Institute for Strategic Studies (IISS). “Si uno de los dos países pasase solo a ser miembro, dejaría en una posición demasiado débil al otro ante Rusia”, dice Alberque. 

Crece el apoyo social

A raíz del conflicto en Ucrania, por primera vez la opinión pública en Suecia y Finlandia también está tomando un giro histórico y los niveles de apoyo a un ingreso en la OTAN son más altos que nunca.

En Suecia, una encuesta conducida por Demoskop y el rotativo Aftonbladet estima que el 51% de los suecos estaría de acuerdo en unirse a la alianza militar, frente al 27% que estaría en contra. Este cambio de opinión se produce después de que el Parlamento aprobó el año pasado un aumento del 40% del presupuesto en defensa, que se acercará al 2% del PIB del país, con el fin de reforzar la potencia militar. 

Por su parte, en Finlandia, la cadena pública YLE dice que el 53% de los finlandeses apoyarían una petición de ingreso, unos resultados sorprendentes teniendo en cuenta que en 2017 solamente el 19% de los ciudadanos estaban de acuerdo con la decisión. La experta en políticas de defensa europeas de la Universidad de Tampere Hanna Ojanen señala: “En Finlandia hay un consenso político para decidir las políticas de defensa por unanimidad y creo que sería muy extraño ver que en las próximas elecciones parlamentarias en 2023 aún no fuéramos miembros de la alianza”. 

Tensión máxima

Por el momento, los expertos dicen que es poco probable una incursión militar de Rusia contra un país nórdico. Sin embargo, desde la semana pasada la página principal del Servicio de Emergencias de Suecia destaca tres informaciones relevantes para su población: la primera es el anuncio de un simulacro del sistema de sirenas para emergencias, que se hizo el 7 de marzo en todas las ciudades del país; la segunda es un enlace para descargarse el folleto de información que desde hace cuatro años se reparte en cada casa “Si llega la crisis o la guerra”, donde se detalla en qué consiste el sistema de “defensa civil”; la tercera es un mapa de los principales refugios y búnkeres donde los vecinos deben acudir en caso de bombardeo o ataque con misiles. 

En Helsinki, las sirenas de emergencia también sonaron el pasado lunes y, a pesar de que formaban parte de unas pruebas rutinarias, a nadie se le escapa que desde que se materializaron las amenazas rusas en Ucrania “los ciudadanos están considerando mucho más los temas de seguridad”, explica Hanna Ojanen. Desde Estocolmo, Calle Håkansson también admite el clima de preocupación: “La situación con Rusia es la más tensa que hemos vivido en muchos años”.

“Durante años Suecia y Finlandia han estado considerando los riesgos y los beneficios de unirse a la alianza militar, pero parece que en un futuro Rusia tendrá en la región del Báltico la frontera más extensa con la OTAN”, dice William Alberque. 

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